di Anna Scicolone da Madrid
He aquí una Iglesia. Una Iglesia cuya edificación todavía no se ha acabado, cuyo destino todavía no se ha cumplido; una de las tantas casas de Dios, cuya construcción inconclusa atrae cada día a una masa informe de gente, procedente de todos los rincones del mundo, que con sus cámaras sacan fotografías para que, pese al paso del tiempo, se conserve el recuerdo de una obra conocida en todo el mundo por su estilo particular y su historia sin fin. O simplemente para poder decir, “¡Yo también estuve allí!”
Lo que está claro es que se trata de un templo que tiene una estructura muy particular; lo que está un poco menos claro es que detrás de ello se esconde mucho más que una simple obra arquitectónica. Vamos a echar un vistazo a esta construcción “fantasma”, utilizando para esto los más importantes recursos que el ser humano posee: la fantasia y la creación de sentidos a partir de unas sensaciones. Dejando a un lado lo que parece evidente a los ojos de todo el mundo, olvidándonos momentaneamente de los elementos peculiares que constituyen la esencia de una catedral presente en todas las guías turísticas, ignorando términos como “columnas”, “cripta”, “ventanales”, “bóvedas”, “nave central”, “rosetones”, “ábside”, vamos a fijarnos en lo que nos sugiere la imaginación pura…aun siendo ésta la más peligrosa y la más atractiva a la vez. De hecho, ¿qué nos más daría analizar, como si fuéramos expertos, algo cuyo asunto ya se conoce? Así que vamos a dejar fuera del discurso las palabras complejas y un poco redundantes para plantear aquí una pequeña reflexión que huye de lo ordinario.
Imagínate que eres tú uno de esos turistas, dando un paseo por la caótica Carrer de Mallorca. De repente, de un lato u otro de la plaza, aparece la Iglesia. ¿Qué es lo primero que te llama la atención de esta construcción tan imponente? Es probable que se te ocurra sacarle unas fotos. ¿Qué es lo que realmente vas a fotografiar? Desde luego tu fotografía sólo es la copia de algo que realmente existe. Sin embargo, hay cosas que huyen del ojo humano y que ni la fotografía es capaz de reproducir. En el fondo, ¿se puede reproducir la imaginación por una foto? Quizás se pueda, aunque en este caso concreto parece difícil hasta llegar a pensarlo.
Mirándola desde lejos y de manera frontal, parece ver a un elitario grupo de señoritas, altas y muy delgadas, que con sus malenas perfectamente arregladas, lentamente avanzan hacia un lugar, cuya dirección final no puede ser entendida. Tal vez ni siquiera ellas sepan a dónde van, manteniendo de hecho cierto misterio sobre su andar. Lo que sí, en cambio, parece más evidente es que tienen un objetivo. ¡Mira atentamente sus caras y te darás cuenta de que lo que ves ahí no son torres sino mujeres que saben lo que quieren de la vida!
Al observar la foto, se nota que el “material” del que están hechos los vestitos que llevan las cuatro señoritas tiene una tonalidad semejante a la dela paja y la tierra, ambos elementos típicos de la natureleza. Pero, justo el material del traje de las mujeres marca el contraste que existe entre dos elementos primordiales: el aire y la tierra. De hecho se observa que las cuatro doncellas con su estatura poderosa llegan tan alto hasta tocar el cielo, materia inmaterial, ésta última, con la que se confunden pero sin que se produzca ningún predominio de un elemento sobre otro.
Pese a la presencia de las obras, que indican el paso del ser humano en un lugar en el que de humano hay realmente muy poco, la imagen mantiene su fascinación. La presencia de los árboles, situados delante de la puerta principal, nos da la impresión de que las señoritas no tienen un fondamento material sobre el que sustentarse. Parece de hecho que están suspensas en el aire, que sus piernas nunca toquen la tierra y que de repente pueden emprender un vuelo tan alto hasta llegar más alla de las nubes.
Siempre que quien la mire tenga cierta fantasia, la Iglesia puede dejar de representarse a sí misma para ser interpretada como una familia – quizás sagrada – que posa como si fuera un modelo porque alguien está a punto de sacarle una foto. No todo el mundo sabe posar y, a menudo, la gente se pone demasiado rígida delante de una cámara. Tal vez sea este el caso; incluso aquí no se sabe. La naturalidad de los gestos, que es un elemento que influye muy positivamente en las fotos de grupo, ha desaparecido en esta instantánea.
E igual que en todas las fotos que retratan a un grupo, los pequeños están delante y los más grandes se quedan detrás.
Quizás incluso Gaudí no se haya inspirado en una fotografía para trabajar en esta obra que aún está en obra…
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