de Anna Scicolone, desde Madrid
Ella se fue en una gris y fría mañana de invierno. Cuando oí la puerta cerrarse, sabía que se acababa de concluir un capítulo de mi vida. Me asomé a la ventana, el cielo estaba totalmente despejado y el sol brillaba con todo su vigor. Cogí mi libro y empecé a escribir el segundo capítulo “Y de repente, la primavera”.
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