de Anna Scicolone, desde Madrid
Cuando Jane supo que le quedaban unos meses por vivir, decidió no decir nada a su esposo. Poco a poco, en el silencio de su soledad, iba organizando su despedida. Telefoneó a la ex mujer de su marido y le pidió perdón por habérselo llevado. Sólo añadió que se lo iba a devolver, sin ninguna explicación. Un día la llamaron del hospital y le dijeron que había habido un intercambio de partes médicos. «Ya, pensó, un intercambio de partes». Al poco, la ex mujer murió. Por un error médico no recebió las curas de las que necesitaba. Jane se sentía actriz no protagonista en una representación puesta en escena por el destino.
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